martes, 28 de abril de 2009

Una ciudad sostenible en China


China se enfrenta a un desafío histórico. Tiene que proporcionar espacio para los millones de personas que emigran del campo a las áreas urbanas en búsqueda de trabajo y vivienda reclamando su participación en el desarrollo económico del país. Al mismo tiempo debe evitar que el frenético ritmo de construcción y crecimiento lleve al país al borde del desastre ecológico. Las cifras varían según la fuente consultada, pero la línea oficial del Gobierno chino estima que, hasta el año 2030, 300 millones de chinos deberán ser acomodados en áreas urbanas. La única solución a este pronóstico es la construcción de nuevas ciudades desde cero. Se estima que en el año 2050 China tendrá 200 nuevas urbes de más de un millón de habitantes. La buena noticia es que varias de estas ciudades están planificadas como sostenibles o ecociudades. La primera será Dongtan y ya está en fase de desarrollo. Se empezará a construir este año.


Alejandro Gutiérrez, arquitecto y planificador urbanístico de la compañía ARUP, compara los espectaculares movimientos de población en China con la era de la industrialización y los años de la posguerra en Europa. «Desde el punto de vista del desarrollo urbano la lógica del problema es conocida, pero su escala y velocidad no lo son», dice durante una entrevista en las oficinas de ARUP en Londres.

Este chileno afincado en Londres lidera un equipo de cien profesionales responsables del encargo urbanístico más fascinante y vanguardista del nuevo siglo: la planificación y construcción de Dongtan, la primera ciudad sostenible, o eco-city, como la llaman en ARUP, del mundo. Dongtan, que se puede traducir como «playa del este», es un terreno con una extensión de 86 kilómetros cuadrados situado en Chongming, una isla justo en frente de Shanghai, la megaciudad en el delta del río Changjiang (Yangtsé).

ARUP es una de las consultorías de ingeniería más importante del mundo, que diseña y desarrolla proyectos desde hace más de treinta años. Actualmente, esta empresa con sede central en Londres es responsable de algunas de las construcciones más emblemáticas de la arquitectura contemporánea en China, como por ejemplo el Estadio Olímpico para los Juegos de 2008, el Centro Nacional de Natación y la nueva terminal del Aeropuerto Internacional de Beijing.

«ARUP tiene una trayectoria de 60 años trabajando en arquitectura total u holística», dice Alejandro Gutiérrez y explica: «En todos nuestros proyectos evitamos procesos de planificación lineal. Desde un principio buscamos un equilibrio entre todos los posibles componentes de un proyecto, integrando la visión del diseño y la económica, así como los componentes sociales y medioambientales. Esto nos permite generar valor en el proyecto a través de la aceleración del proceso de planificación e implementación. Así se evita la típica situación en la cual el consultor de negocio de un proyecto dice al cliente: "Aquí tienen que hacer un parque industrial", pero el consultor de ingeniería ya sabe que no podrá contar con los suficientes recursos energéticos, y por otro lado el planificador urbano dirá que las regulaciones no permiten un parque industrial».

La aspiración de tener la primera ecociudad en el mundo

La colaboración entre ARUP y la ciudad de Shanghai empezó en 2004 cuando el Gobierno municipal -a través de su empresa promotora SIIC (Shanghai Industrial Investment Corporation)- les encargó un estudio sobre los posibles impactos medioambientales del desarrollo de una ciudad satélite en la isla de Chongming. A partir de ahí se entabló un diálogo sobre cómo construir esta ciudad de manera sostenible.

«Los chinos tenían las ideas muy claras», recuerda el arquitecto. «Tenían grandes aspiraciones porque el terreno es adyacente a un hábitat de aves migratorias y la zona forma parte de una región ya muy contaminada. Les espantó la idea de que hubiera otro proyecto de desarrollo inmobiliario no sostenible». Lo que los clientes chinos no tenían tan claro era cómo afrontar un proyecto de tal envergadura. Se habló de dobles vidrios, paneles solares, un par de turbinas eólicas, algo verde y pocas casas. «Y eso es lo menos sostenible del mundo», explica Gutiérrez, «porque consume el espacio de manera no sostenible. Al principio, teníamos una estratégica energética en la cual el sesenta por ciento de la energía para la ciudad provenía de fuentes energéticas renovables». Cuando los consultores de ARUP presentaron este planteamiento, se paró la reunión y los chinos empezaron a llamar a sus consultores. «Pensábamos que el sesenta por ciento era demasiado. Retomamos la reunión y nos dijeron: "Queremos una ciudad que se alimente al cien por cien de energía renovable, eso es lo que queremos. ¡Ustedes ya se las arreglarán!».

Fue en agosto de 2005 cuando SIIC encargó oficialmente el diseño y la planificación de la primera ciudad sostenible de China y del mundo a la empresa británica. En estos momentos se inician los primeros trabajos sobre el terreno. En 2010, cuando se celebre la Exposición Universal en Shanghai, se espera que los primeros 20.000 habitantes puedan alojarse en sus nuevas casas. Se calcula que hasta el año 2020 la nueva ciudad podrá acoger a 80.000 residentes y para el año 2050 aspira a convertirse en una ciudad de medio millón de habitantes.

Una ciudad sostenible al estilo chino

A la pregunta de cómo se idea una ciudad sostenible para 500.000 habitantes, Alejandro Gutiérrez explica que en primer lugar fue fundamental alejarse del planteamiento inicial del cliente, que era construir una ciudad dormitorio dependiente de la actividad económica y social de Shanghai. «Desde el punto de vista del diseño teníamos claro que Dongtan tiene que convertirse en una ciudad de derecho propio donde todas las actividades del día a día se puedan realizar dentro de la misma ciudad».

El segundo factor clave para el diseño era maximizar el ahorro del consumo energético: «Modelamos la ciudad de manera que su orientación respecto al sol y a los vientos determinantes sea la óptima. Junto con soluciones de dobles vidrios y aislamiento térmico se disminuirá la demanda punta de calefacción y de aire acondicionado». Ello significa que Dongtan consumirá sólo un tercio de la energía de una ciudad convencional. «Es un cambio radical, es una prueba de que podemos disponer de un futuro mejor para este planeta», destaca el arquitecto.

El tercer criterio vinculado al diseño tiene que ver con el rendimiento como ciudad inspirada en la tradición y la arquitectura china. «El modelo de ciudad fue definido como una cuestión de rendimiento más que una cuestión ideológica o de modelo urbanístico que queríamos seguir. Hemos integrado principios de construcción tradicionalmente aceptados por la cultura china, como, por ejemplo, que no existan comunidades cerradas, que todas las viviendas y comercios tengan acceso directo a la calle y que los edificios sean de una altura media de entre cuatro y ocho pisos». El arquitecto explica: «Este vínculo entre la calle y el espacio físico de la vivienda crea un sistema de control pasivo. Si alguien grita en la calle se oye y se puede actuar, y eso implica que la gente se sentirá más segura en la ciudad».

Además el equipo de urbanistas chinos en ARUP-Shanghai ha elaborado una estrategia cultural para Dongtan que Gutiérrez llama la narrativa urbana. «Miramos el espacio urbano como una narrativa que conecta al ciudadano con su entorno natural y con los ciclos del día y de las estaciones. ¡Esto es muy chino, no es simplemente una planificación desde arriba hacia bajo, está culturalmente arraigado!». Pero luego matiza: «Toda ciudad es una creación artificial que crece con el tiempo para convertirse en algo vivo, robusto y diverso. Tenemos que dar una oportunidad a Dongtan y a otras posibles nuevas ciudades que se construyan en países en vías de desarrollo. Creo que es un tema que Occidente aún no entiende!».

Vivir sin emisiones de CO2: una cuestión de tecnología y cambio de hábitos

Lo que distingue a una ciudad sostenible de una ciudad convencional, es decir, no sostenible en términos medioambientales, es la falta de emisiones de CO2 o dióxido de carbono, conocido como uno de los gases causantes del efecto invernadero. «Si se construyese una ciudad convencional en lugar de Dongtan, se emitirían alrededor de 750.000 toneladas de CO2 al año, de las cuales 300.000 toneladas provendrían de la creación de energía para la ciudad y, el resto, 450.000 toneladas, se generarían por el transporte público o privado. Por un lado, nuestra ciudad dejará de producir emisiones porque sólo se utilizarán fuentes de energía renovables, y, por otro lado, el sistema de transporte se basará exclusivamente en vehículos de tecnología no contaminante, es decir vehículos de hidrógeno o de electricidad. Si quieres entrar en la ciudad, ¡tendrá que ser con un coche de emisión cero!», subraya Gutiérrez.

Para su primera ecociudad -otras cuatro ya están en fase de planificación-, los consultores de ARUP apuestan sobre todo por la biomasa como fuente renovable. Se reciclarán los desechos de la cáscara de arroz, el resto vendrá de la energía eólica y, en un menor porcentaje, de la energía fotovoltaica.

Tanto los promotores en Shanghai como los constructores en Londres saben que el éxito de Dongtan no dependerá sólo de las tecnologías incorporadas sino también del nivel de implicación por parte de los futuros habitantes. En este sentido, una de las piedras angulares en la gestión energética de la ciudad será un sistema de información al consumidor. Por un lado se instalarán sistemas de medición que permitirán a los consumidores controlar y regular su consumo energético y, por otro lado, se aplicarán sistemas de facturación que incentiven el ahorro energético en general.

‘Think sustainable and act local'

Para el equipo de ARUP, los principios de sostenibilidad aplicados en Dongtan no se limitan a la integración de tecnologías para proteger al medio ambiente. También se integran aspectos sociales, económicos, físicos y ambientales simultáneamente.

El arquitecto nos pone dos ejemplos: «Incorporamos estrategias socioeconómicas que ayudan a integrarse en la futura ciudad a los pescadores que hoy día ya trabajan en el territorio de Dongtan. Concretamente, el proyecto propone que se les cedan viviendas dentro de la ciudad». Existe un plan social que prevé que el treinta por ciento sean viviendas sociales y accesibles a gente con escasos recursos. «Por otro lado, el puerto albergará un mercado de pescado y marisco donde los pescadores podrán vender sus productos al consumidor final. Esto les dará mejores oportunidades de negocio ya que podrán saltarse a los intermediarios».

Ciudad sostenible también quiere decir ciudad autosuficiente en cuanto a la producción y el aprovisionamiento de alimentos. «Una de las cosas más innovadoras que estamos implementando en la ciudad son las llamadas plant factories. Son unos hangares de agricultura orgánica que permitirán producir en ocho hectáreas la misma cantidad de alimentos que antes se producían en cien hectáreas de agricultura convencional. La construcción de las plant factories genera varios beneficios directos. Primero, permitirá mitigar los efectos de convertir el suelo agrícola en suelo urbano. Segundo, se podrán producir alimentos para toda la macroregión del delta del Changjiang. Y por último, se dará continuidad a los puestos de trabajo vinculados a la agricultura del lugar».

Las no-emisiones: un modelo de financiación por explorar

«Proyectos de desarrollo inmobiliario pensados desde la sostenibilidad medioambiental hoy son sinónimo de buenas intenciones y mejores negocios», clarifica Gutiérrez y añade: «Las condiciones de ahorro energético se están transformando en bienes de cambio; son herramientas de negociación en la mesa de promotores inmobiliarios y organismos reguladores». El protocolo de Kioto sobre el cambio climático permite que proyectos como Dongtan se puedan financiar a través del mercado de carbón. El mecanismo es simple: el ahorro de emisiones proveniente de Dongtan se estima en 750.000 de toneladas de CO2 anuales. Esta reducción de emisiones se convierte en los llamados certificados CER (sigla inglesa de «reducción de emisiones certificada»), otorgados por el comité de UNFCCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático). Una vez que este comité aprueba los certificados se convierten en acciones que se pueden vender y comprar en los mercados financieros globales. «Nuestros cálculos más conservadores nos daban aproximadamente unos ingresos de ocho millones de euros anuales para los próximos 25 años. Uno puede llamarlo subsidio, pero lo cierto es que desmitifica la sostenibilidad como una solución costosa».

El centro de gravedad de la innovación se está desplazando hacia China

Las presiones económicas, sociales, territoriales y medioambientales que vive el país obligan las autoridades chinas a aplicar soluciones pragmáticas, más arriesgadas y a veces más innovadoras. «Imagínate que dentro de cinco o diez años en ciertas zonas de actividad económica, por las razones que sea, ya no haya agua potable. Da lo mismo si hay una buena política económica con una tasa de empleo fantástica, sin agua potable no puedes hacer absolutamente nada, y los chinos son muy conscientes de las implicaciones que esto conlleva», asegura el arquitecto de Dongtan.

Aunque desde Occidente cuesta aceptarlo, la realización de proyectos como la ecociudad en Dongtan convertirá a China en el líder mundial en la aplicación y el desarrollo de tecnologías sostenibles. Dongtan representa el primer laboratorio en vivo a escala urbana que permitirá a los chinos demostrar que es posible romper la relación entre crecimiento económico e impacto negativo en el medio ambiente.

Y Gutiérrez explica por qué él cree que China está desempeñando un papel fundamental en el desarrollo sostenible a escala urbana: «Hace unos meses el alcalde de Londres estuvo de visita en Shanghai. En un evento tuvimos la ocasión de explicarle, en detalle, el proyecto de la ecociudad. ¿Y sabe qué nos dijo?: "Ésta es la visión que yo necesito para el Thames Gateway!" [un proyecto urbanístico en el este de Londres]».

Para el hombre que lidera la construcción de Dongtan esto es una paradoja. Tal como nos explica, no le cabe duda de que los futuros centros de innovación urbanística los encontraremos en los nuevos territorios urbanos de China.

2 comentarios:

Interesantísimo este post Irene, me viene caído del cielo en estos momentos, seguiré leyéndolo más detenidamente en los próximos días, muy completa la información, aunque quizás algunas cosas de la cultura china no están tan acertadas en los comentarios del arquitecto chileno.

Me alegro que te guste. Yo cuando tenga tiempo seguiré buscando cosas también.

Un saludo