lunes, 19 de enero de 2009

Campo de fútbol de Coirós, A Coruña


Campo de fútbol de Coirós, A Coruña, de Patricia Sabín y Enrique Blanco.

El campo de fútbol en Coiros (La Coruña) es obra de los arquitectos Patricia Sabin y Enrique Blanco. Ganaron el concurso en 1997, recién salidos de la escuela ( tenían ambos 26 años), convocado por la Diputación de La Coruña para la construcción de 14 estadios de fútbol de pequeño formato, para lo cual tuvieron que plantear temas de serie y repetición. La economía de medios les indujo a buscar soluciones y esquemas similares. Y la experiencia tras los proyectos de 14 estadios hasta la construcción del de Coirós, les llevó a recurrir a pocos elementos, reduciendo la paleta material y el lenguaje arquitectónico. Las iniciales colaboraciones con Tectónica, les hizo abrir los ojos a la construcción, y Quintans/Raya/Crespo, tanto como Noguerol fueron sus primeras referencias. Muchos concursos, bastantes premios, y una andadura activa en la obra: “Nos sentimos afortunados por haber tenido la oportunidad de aprender a andar, caminando; como médicos recién licenciados que envían al combate”, comentaba en su día el equipo.

Esta es una base firme para una arquitectura que tiene en la materialización física su objetivo y además su mayor acierto. El trabajo de Sabín-Blanco, en el caso concreto del estadio de Coirós, surgió de casualidad: existía un proyecto del arquitecto Mario di Felice –que se encontraba en cimentación– y que la empresa constructora había abandonado. Di Felice decidió también dejarlo y se les encargó una “adaptación” que recogiendo la cimentación existente finalizase el proyecto con el presupuesto que quedaba. Un trabajo que de inicio no se presenta nada atractivo por la cantidad de servidumbres que adaptaba, pero que en manos de Sabin-Blanco se transforma en una elegante pieza larga y estrecha según la cimentación existente, craquelada por los reflejos de la luz estrellada contra el acero galvanizado. Una línea nivelada subraya el perfil de vegetación que conforma su fondo natural con la campa artificial de base. Una estrategia de proyecto acertada en su modesta proposición, impecable en su resolución y eficiente e ingeniosa en su resultado, que optimiza con poco dinero las duras condiciones de juego. La sección resuelve de un trazo la diferenciación de usos, y el esquema lineal los recorridos y circulaciones. Y su frágil materialidad, que reacciona activamente con las condiciones de clima y luz, interesa a distintas lecturas. Desde lejos, el volumen vibra al chocar los brillos de las bandejas de acero arrítmicamente ordenadas. Un lectura más cercana del edificio nos muestra una sutileza material basada en un expresivo intercalado de piezas de vidrio en “U”, aceros de dimensiones variables, luz y sombra que se cuela en los entresijos de las piezas, sugiriendo la profundidad tanto del espacio enlatado como del fondo de árboles. Hallazgos que traslucen una estrecha sensibilidad por el lugar y un conocimiento de la técnica que construye las ideas en magnifica arquitectura.

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