martes, 3 de marzo de 2009

Un modelo urbano para el desarrollo de ecobarrios


Foto: Bulevar en Cuenca


Por Salvador Rueda Palenzuela


Los sistemas urbanos requieren, para mantener su organización, una entrada de materiales y energía (recursos naturales) que obtienen de la explotación de otros sistemas en la naturaleza. La explotación de los ecosistemas supone una simplificación de estos que ven mermada su capacidad para mantener estadios más elevados de la sucesión. Por el principio de Margalef, la capacidad de control de los sistemas urbanos sobre ciertos flujos de materiales y energía, también de información, en cualquier parte del planeta permite que estos se mantengan organizados a expensas de la explotación de otros ecosistemas, que se verán simplificados. La mayor o menor presión sobre el entorno depende de nosotros

La insostenibilidad se asienta en dos aspectos clave: uno hace referencia a la presión sobre los sistemas de soporte y otro a la organización urbana.

El desarrollo sostenible es una contradicción, puesto que el desarrollo supone un aumento creciente de la presión sobre los sistemas de soporte y la sostenibilidad lo contrario. Desarrollo y sostenible, con la actual estrategia para competir basada en el consumo de recursos, son palabras contradictorias.
La información organizada en los sistemas urbanos constituye el segundo eje donde asentar el proceso hacia la sostenibilidad. Una expresión de la misma podría ser el cociente E/H donde E seria la energía (como expresión del consumo de recursos) que necesita el sistema para mantener la complejidad urbana H. E/H es la expresión de la eficiencia urbana y se convierte en la función guía de la sostenibilidad puesto que su evolución en el tiempo pone de manifiesto los dos aspectos ligados a la misma: el consumo de recursos, con la consiguiente simplificación de los ecosistemas de soporte y la organización urbana

El modelo de ciudad sostenible seria aquel que, invirtiendo la tendencia actual, reduce paulatinamente la energía (el consumo de recursos) a la vez que aumenta el valor de la organización urbana. La ciudad sostenible (o mejor más sostenible o que se organiza con criterios de sostenibilidad) articula su organización con el objetivo de aumentar nuestra capacidad de anticipación ante un futuro incierto debido a la presión urbana sobre los sistemas de la Tierra. Reduce el consumo de recursos tiene que ver, sobre todo, con los modelos de ocupación del territorio, de urbanismo, de movilidad, arquitectónicos y de metabolismo urbano
Cambiar de estrategia supone un cambio copernicano de la actual lógica económica y con ello de los estilos de vida basados en la adquisición masiva de bienes de consumo, de ocupación del suelo, de consumo de agua y energía

Al aumento de complejidad urbana debería acompañarlo un incremento de las actividades densas en conocimiento denominadas actividades @. En la ciudad, la información como valor añadido, no sólo se da en las nuevas actividades TIC sino que es conveniente extenderla al conjunto de usos y funciones urbanas. Edificios con @ (bioclimáticos por ejemplo), viviendas con @ (aplicación de la domótica en ellas), espacio público con @ que incorpora la información a través del diseño y el mobiliario “inteligente”, servicios con @: hoteles, escuelas, centros de salud, etc. o bienes de consumo con @

La ciudad mediterránea, compacta y compleja, un modelo de ciudad más sostenible. Del análisis de multitud de ciudades en el mundo, buscando la acomodación de cada modelo urbano a la ecuación antes expuesta, se descubre que la ciudad mediterránea compacta y compleja, con determinadas modificaciones, es uno de los modelos que mejor responde a los retos planteados y que, como veremos a continuación, mejor resuelve la ecuación guía de la sostenibilidad.
Foto: Ecobarrio en Toledo


“Urbanismo de los tres niveles”.

Es el urbanismo que proyecta no uno sino tres planos con el mismo detalle que los urbanistas actuales proyectan el plano urbanístico en superficie. Proyectar un plano en altura y un plano del subsuelo, aparte del plano en superficie. La complejidad está ligada así a una cierta mezcla de orden y desorden, mezcla íntima que en los sistemas urbanos puede analizarse, en parte, haciendo uso del concepto de diversidad.

El tejido de constituyentes heterogéneos (la complejidad) que nos interesa hacer crecer en los ecobarrios, en principio, son las actividades económicas, instituciones y asociaciones urbanas, es decir, todo aquello que esté organizado y que se acomode al conjunto de objetivos estratégicos de la ciudad

La complejidad, un criterio básico para la planificación

*aumentar la mixticidad de usos y funciones urbanas
*un espacio limitado supone un aumento de trayectorias de relación entre los diversos portadores de información, lo cual permite el aumento de sinergias de todo tipo, entre ellas las propias de las economías de aglomeración y de urbanización
* El aumento de la creatividad

La única vía para reducir las incertidumbres actuales pasa, necesariamente, por reducir las perturbaciones que inflingimos a los ecosistemas no importa a qué escala. La vía para aumentar nuestra capacidad de anticipación nos obliga a seguir la ley de la eficiencia y a modificar, en consecuencia, las bases para competir.

Obtener una información organizada (H) mayor con un consumo de recursos (E) menor es, como decíamos, la ecuación de la sostenibilidad. La planificación de cualquier aspecto organizativo de la ciudad o del territorio debería ir
acompañada, desde el principio, por el uso que se hará de los recursos naturales

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