sábado, 14 de junio de 2008

Correa & Milà (Frederic Correa i Ruiz)


Correa & Milà
Frederic Correa i Ruiz: 1924, Barcelona (Catalunya) -
Alfons Milà i Sagnier: 1924, Barcelona (Catalunya) -

oficina: Milá-Correa. Sociedad Civil
Plaça de Sant Jaume 2, pral., 08002, Barcelona (Catalunya). federicorrea@coac.net
Milá-Correa. Sociedad Civil: col·legiats al COAC: 17 de Juny, 1986 (nº G58239856)
Frederic Correa i Ruiz: col·legiat al COAC des del: 26 de Novembre, 1953 (nº 1977-1)
Alfons Milá i Sagnier: col·legiat al COAC des del: 23 d'Agost, 1952 (nº 1455-9)

projectes a Catalunya:



2006- - Banc Hispano Colonial (reforma) (Barcelona)
1997-2002 - Museu Episcopal de Vic (MEV) (Vic, Barcelona)
1959 - Agència Caixa d'Estalvis de Catalunya (Barcelona)
1958 - Habitatge Unifamiliar (Esplugues de Llobregat, Barcelona)
href="http://www.geocities.com/medit1976c2/caixa4.htm">1959 - Agència Caixa d'Estalvis de Catalunya (Barcelona)
1958 - Habitatge Unifamiliar (Esplugues de Llobregat, Barcelona)


Correa, Federico/Milá, Alfonso
[Selección Internacional de Diseño de equipamiento para el habitat (SIDI)]

El equipo profesional formado por Federico Correa y Alfonso Milá constituye uno de los tándems más fructíferos del diseño y la arquitectura españoles, en activo desde los años sesenta.
Nacidos en el mismo año, compañeros desde los diez años de colegio y de universidad, se doctoran ambos en arquitectura por la universidad de Barcelona. En 1953 establecen su estudio conjunto de arquitectura, sellando una relación amistosa y profesional que convertirá sus nombres en inseparables y desarrollará su carrera como arquitectos y como diseñadores de interiores e industriales. Se han dedicado además a la docencia y a la difusión mundial de la creación barcelonesa y española dentro del debate internacional de la arquitectura.
Inspirados en las enseñanzas del movimiento moderno, de los profesores Josep Maria Jujol, Francesc Ràfols y Josep Antoni Coderch -con quien colaboraron varios años-, y de la arquitectura del norte de Italia, su obra es una interpretación de la herencia arquitectónica de los grandes maestros catalanes y creará una cierta escuela, sobre todo en la historia reciente de la arquitectura catalana.
El estilo Correa-Milá muestra una peculiar forma de intervención ya desde sus primeros trabajos, la creación de diversas casas veraniegas del marítimo pueblo gerundense de Cadaqués, con muebles de obra integrados en la arquitectura, que fue muy imitada después. Son coautores del Anillo Olímpico barcelonés y creadores del restaurante del Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, o del interiorismo de locales míticos en la historia de Barcelona como los restaurantes Reno en 1961 -que se convertirá en sinónimo de local de lujo moderno-, Flash-Flash en 1969 -que continúa igual de moderno y acogedor que cuando fue diseñado- o Giardinetto en. A ellos se debe también la remodelación del despacho del alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, y tienen varios premios FAD en su haber.

Otro ámbito de gran importancia en la obra de Correa-Milá es el diseño industrial aplicado al mobiliario y a la iluminación, para proyectos de interiorismo realizados a lo largo de toda su carrera: la sillería y las mesas (reeditadas por Santa y Cole) del restaurante Reno, la chimenea Capilla o la butaca Barceloneta.
Como arquitectos de grandes proyectos, Correa y Milá no dejan de resaltar que es en el campo del diseño donde han encontrado las mayores dificultades: "el proceso de realización es un algo tan lento que llegas casi a olvidarte, se hace eterno. La arquitectura tiene fecha fija y el diseño no. Incluso cuando ambas disciplinas coinciden, como ocurrió en todo cuanto hicimos en el Anillo Olímpico, la parte que presenta más dificultades es la producción de los objetos". Esto les llevó a proponerle al emblemático diseñador industrial Miguel Milá, hermano de Alfonso, que se asociara con ellos para ocuparse del proceso de realización de muebles y objetos de iluminación, con quien realizarán la lámpara Diana para el despacho del alcalde de Barcelona Pasqual Maragall, también editada por Santa & Cole.
La racionalidad constituye su principal rasgo como interioristas y diseñadores: "trabajamos con las mismas prioridades que establecemos en los proyectos arquitectónicos: racionalizando", pero también lo es su preocupación por conseguir satisfacción en los usuarios. Correa y Milá representan la cara amable de la arquitectura y el diseño, con proyectos ideados para acoger en su espacio recuerdos, gustos, colores, imágenes, sentidos, emociones, y una trayectoria personal y profesional inseparable caracterizada por su encanto y su humanidad.

http://www.sidi.es/es/disseny/ficha.cfm?id_disenyador=129

http://www.mansilla-tunon.com/circo/epoca5/pdf/2003_110.pdf

Arquitecturas habitables
[Josep Massot. La Vanguardia, 20 de Febrero, 2006]

Federico Correa, arquitecto y profesor
Federico Correa, además de su trabajo creativo, es uno de los profesores de arquitectura más respetados. Una de sus constantes ha sido combatir los "tópicos de la modernidad, su retórica": "Cuando el arquitecto hace de la moda su razón principal, más deprisa sus edificios quedan fuera de época, rechazados por su superficialidad". "Hoy existe una tendencia a admirar los edificios sólo por sus formas. Ahora empieza a aparecer una crítica de los excesos de esa arquitectura. Como el museo del holocausto de Libeskind. La crítica lo ha puesto por las nubes, pero no guarda relación con lo que exhibe. Es un engendro. Critico que se confunda la escultura con la arquitectura. La arquitectura ha de ser fiel a sí misma. Es lo que le sucede a las obras de Calatrava, que es penoso en las formas. Y tenga en cuenta que considero a Frank Gehry un gran arquitecto. El Guggenheim de Bilbao es una gran obra".

En la plaza Sant Jaume, el corazón político de Barcelona, tiene también su sede más discreta un taller desde donde se dibujan los rasgos de la ciudad cambiante. Son espacios monumentales (el anillo olímpico) o referencias habitables (la Atalaya de Diagonal). O foros íntimos: no hace mucho, Alfredo Bryce Echenique comentaba en el Flash-Flash a escritores treintañeros que la célebre tortillería de Pomés permanecía inalterable desde su inauguración, hacía treinta años. Y sus comensales extranjeros reían, incrédulos, imaginando que era una ingeniosa fábula de aquel perpetuo inventor de historias peruano.
Y sin embargo era cierto. Porque Federico Correa (Barcelona, 1924) ha logrado hacer real su consigna: ser moderno sin la retórica de la modernidad, sin los afeites y los adornos que hacen envejecer una obra cuando se disipa la moda que los provocó. Como el pabellón Mies van der Rohe de Barcelona, moderno aun con 77 años, cuya existencia tuvo que descubrir en su juventud en una fotografía de la revista norteamericana Architectural Forum.
Al menos dos azares recuerda Correa como decisivos en su vida. Uno fue su viaje a Inglaterra, huyendo de la guerra. Tenía doce años y su familia -con casa en Manila, por trabajar allí su padre en la Compañía General de Tabacos de Filipinas- decidió enviarle a las islas Británicas. A la facilidad de los niños por aprender idiomas -"en cuatro meses ya no tenía ningún problema con la lengua"- le debe un perfecto acento que confunde a los periodistas de la BBC cuando le entrevistan sobre su experiencia olímpica. "Es curioso -dice- porque en italiano, que aprendí más tarde, siempre me veo extranjero". El segundo azar fue su temprana amistad con Alfons Milà, condiscípulo en los jesuitas de Sarrià, y el encuentro fortuito con Coderch: arreglaba a la familia Milà una casa en Esplugues en el preciso instante en que los dos aspirantes a arquitecto buscaban despacho para practicar su oficio.

"El inglés -cuenta Federico Correa- fue una influencia determinante para dejar de creer en los tópicos españoles. Cuando volví a España, el entusiasmo de los ganadores de la guerra me dejó frío. Venía de una democracia y la España de Franco era retrógrada, un regreso al medievo. Y el inglés, Radio Londres, que escuchaba cada día durante la Segunda Guerra Mundial, me sirvió de puerta al exterior: me sabía de memoria todas las canciones e incluso conocía todo su cine, un cine que no podía ver: sólo oír sus voces en la radio o leer sus crónicas en las revistas que podía conseguir".
El encuentro con Coderch fue un estallido luminoso en la penumbra en una escuela dominada por los arquitectos noucentistes. Con Sert en el exilio y expulsados los profesores vanguardistas, era el único que estaba en línea con la obra de Gropius, la Bauhaus, Mies van der Rohe, que había admirado en las páginas de Architectural Forum. "Se ha sido injusto con Coderch; combatió, sí, en el bando de los vencedores, pero jamás se aprovechó de ello y enseguida se alzó en rebeldía como en el famoso episodio de las dos bofetadas a un concejal de Sitges: era de una rectitud moral muy grande". De él aprendió, entre otras muchas cosas, "el desprecio a la retórica de la modernidad, el entusiasmo por el modernismo por la parte de fresca innovación que tiene y por su aplicación ingeniosa sobre los materiales de la época". Coderch llevó a Correa y Milà a un curso del CIAM en Venecia, donde, además de Sert -a quien conocía de Comillas, origen de la familia-, encontró a Gropius, Rogers, Le Corbusier, Gregotti... Al principio comenzaron con obra pequeña, las casas Vilavecchia y Romeu en Cadaqués. Después, la Atalaya (16 pisos y, en medio, ocho apartamentos en los que ninguna de las terrazas visualiza a la otra), restaurantes como Reno, Giardinetto o Flash-Flash, la reforma de la plaza Reial ("quisimos recuperar las fachadas neoclásicas y el suelo original"), el Estadi Olímpic (con Gregotti), la ordenación del anillo olímpico o el Museu de Vic, que guarda -dice- la tercera colección de románico del mundo.
Y ahí sigue Correa, con su porte british, haciendo más habitable Barcelona.
http://www.lavanguardia.es/web/20060220/51234090521.html








0 comentarios: