sábado, 31 de mayo de 2008

Dios, según Kahn

Al final de una conferencia preparada para los estudiantes del ETH (Eidgenössische Technische Hochschule - Instituto Suizo Federal de Tecnología) de Zurich, el arquitecto estadounidense Louis I. Kahn recordó la siugiente historia, originalmente atribuida a algún poeta antiguo del actual Irán:
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"Había una princesa que paseaba por el jardín en primavera y naturalmente hacía un día estupendo. Después de atravesar el jardín observando todas las cosas, llegó al umbral de la casa y allí se detuvo en atónita admiración; inmóvil en el umbral miraba adentro. Entonces su doncella se le acercó exclamando: 'Señora, señora. Mira afuera y verás qué maravillas ha creado Dios'. Y la princesa respondió: 'Sí, sí, pero mira adentro y verás a Dios'."
(Tomado de: Norberg-Schulz, Christian, Louis I. Kahn: Idea e Imagen, Madrid: Ed. Xaraít, 1981. pg. 105)
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Un poeta persa, citado en Suiza por un arquitecto nacido en Estonia, criado en Filadelfia y dedicado a diseñar edificios institucionales en Bangladesh, nos propone una hermosa descripción del oficio al que nos hemos consagrado. Su definición camina en el mismo sentido que hemos empezado a caminar nosotros también, recientemente. Parece magia, en realidad: todo termina uniéndose en algún punto; luego en todos los puntos.
Es lo que sucede cuando asumimos los problemas como relaciones, antes que como eventos singulares o aislados. Es lo que pasa, además, cuando se enfrenta la vida como un problema coherente, que debe ser resuelto por medio de la identificación de un sentido, y no como el simple transcurrir de un tiempo en el que ocurren eventos excepcionales que se superan independientemente como si se tratara de obstáculos en un recorrido lineal.
Vamos a insistir en esto: una cosa es viajar sin plan, desde el paisaje; otra muy diferente es encontrar sentido en los mapas, logrando la unión de las dos polaridades (Historia y Geografía, esto y lo otro) implícitas en nuestra presencia física en determinado lugar.
Arquitectura vital podríamos llamarle a la existencia asumida de esta forma.
Alentados por esta visión del espacio arquitectónico, por esta bella descripción oriental del interior de una casa, nos enorgullece saber que, de alguna manera, participamos en la construcción de aquello que es divino en la tierra.
Y seguimos.

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