miércoles, 14 de mayo de 2008

El auténtico pionero del pop art


Muere Robert Rauschenberg, el artista que dignificó los objetos de la vida diaria y que fue predecesor de autores tan reconocidos como Andy Warhol


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Pero ¿esto es arte? A esta reiterada pregunta de los escépticos, Robert Rauschenberg contestó que sí, que un águila o una gallina disecada, una colcha cubierta de pintura o una rueda de bicicleta roñosa tenían categoría para entrar en ese mundo exquisito. Gracias a esa respuesta, emitida en los años 50 del pasado siglo, el artista estadounidense se convirtió en un pionero del movimiento pop, cuyas obras ya están en todos los manuales de historia del arte. Con mezcla de sangre judía y cherokee, visible esta última en sus facciones, el creador murió ayer a los 82 años. El Guggenheim Bilbao le dedicó la primera muestra de su historia dedicada a un artista en solitario, en noviembre de 1998, y compró a medias con la fundación de Nueva York la obra Barge por seis millones de euros. Rauschenberg, uno de los artistas más cotizados en las subastas y muy amigo de Thomas Krens, director de la institución estadounidense, llegó a prometer la donación de cien obras si salía adelante el proyecto de construir un Guggenheim en la zona de los muelles de Nueva York, finalmente fracasado.

En una época en la que aún reinaban los brochazos de Willem de Kooning y los finos campos de color de Mark Rothko, Rauschenberg metió tres botellas de Coca-Cola en una obra antes de que las pintara Warhol, se aventuró en las performances antes de que triunfaran en los sesenta y mantuvo una actitud artística desenfadada y crítica: incluyó el águila disecada y muerta porque el ave es el símbolo de Estados Unidos. Según el crítico Brian O'Doherty, Rauschenberg abrió el arte a «ingenieros, aficionados a la vida social, políticos, sindicalistas, bailarines, utópicos, científicos y Dios sabe quién más». Contra PicassoNacido el 22 de octubre de 1925 en Port Arthur, una pequeña localidad petrolífera de Texas, creció en un familia con tan pocos recursos que su madre cortó la parte trasera de la chaqueta de uno de sus hijos, antes de ser enterrado, para hacerse una falda. Como su progenitora le enseñó, Rauschenberg creció con la idea de que todo se puede reciclar, una idea que él llevó al arte, disciplina a la que llegó tras haber estudiado unos cursos de Farmacia en la universidad. Llamado a las filas del ejército a causa de la Segunda Guerra Mundial, vio unos cuadros de arte contemporáneo por primera vez en una galería de San Diego, la ciudad frontera con México en la que estaba destinado. Aquella visión le llevó a la facultad de Bellas Artes de Kansas donde conoció a su Susan Weil, que le habló de un centro de arte experimental, el Black Mountain de Carolina del Norte. Allí marcharon los dos y aquel viaje cambio su vida.

En el centro se encontraron como profesor a Josef Albers y por él pasaron De Kooning, Kline y Twomby, de quien fue un gran amigo. Rauschenberg trató de desembarazarse del expresionismo abstracto y dio por muerta la herencia de Matisse y Picasso. Su complicidad con Jaspers Johns, con el que llegó a diseñar escaparates para la joyería Tiffany's, revolucionó el arte e inauguró la era del pop. Su participación en 1964 en la Bienal de Venecia, en el que ganó el Gran Premio Internacional, el primer norteamericano en lograrlo, le encumbró a las alturas del mundo artístico. Sus grandes exposiciones retrospectivas se desarrollaron en el Pompidou de París en 1981, en los museos Guggenheim entre 1997 y 1999 y en el Metropolitan de Nueva York en 2005. Vivía entre su casa del Greenwich Village neoyorquino y el enorme estudio construido en la pequeña isla de Captiva, en el golfo de Florida. Empezó a comprar terreno a los más ancianos, mientras les dejaba explotarlos, y se convirtió en el gran propietario de la isla, en la que tenía nueve casas. El Nobel mexicano Octavio Paz escribió en el poema Un viento llamado Bob Rauschenberg: «Paisaje caído de Saturno,/paisaje del desamparo,/llanuras de tuercas y ruedas y palancas,/ turbinas asmáticas, hélices rotas,/cicatrices de la electricidad,/ paisaje desconsolado...».

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