sábado, 17 de mayo de 2008

Espacios fractales

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I
Dentro del Universo Infinito la multiplicidad de formas se desplazan en hipotéticas trayectorias, confundiéndose entre los campos de energías, propias de toda materia.

Cada cuerpo, estrella, planeta, satélite, cometa o “cosa diferente” es parte inmanente de la sutil Infinitud que permite las secuencias de la materia en su transcurrir a través del Tiempo.

Los diferentes planos de energía atraviesan la densidad de la materia hasta alcanzar el estado primordial, en donde lo sutil es un flujo indefinible y etéreo que todo lo contiene.

Este Universo Espacial permite la manifestación de la Materia y de sus diferentes composiciones y realidades en secuencias temporales de Pasado, Presente y Futuro y permite de este modo aparentes movimientos y secuencias. Más aún, se destacan la periodicidad y el sincronismo dentro de un equilibrio en que se involucran las fuerzas gravitacionales, electromagnéticas, fotónicas y partículas ultra-energéticas, que ejercen influencia sobre la materia orgánica e inorgánica.

Todo esta ligado y relacionado buscando el equilibrio y una razón de circunstancia, en donde inteligencias en progreso descubren explicaciones, interacciones y consecuencias de los diferentes acontecimientos que se van sucediendo y repitiendo en el Planeta y en el Cosmos.

La Suprema Inteligencia conforma ese Universo Creador que se expande en lo inconmensurable, estando en todo lugar al unísono desde siempre y por siempre, dando formas y proyecciones singulares y holográficas que intrínsecamente buscan un destino particular.

Dentro del Todo cada elemento, organismo o partícula conforma una individualidad que se desarrolla e interactúa en un transcurso de tiempo correspondiente a una realidad determinada.

El elemento gestor en el discurrir de la materia, es la transformación de secuencias emocionales que alternan en alto grado entre las mismas especies, produciendo la generación de más hologramas en acción.

En la medida del progreso evolutivo de las capas emocionales las holografías se van sintetizando y convirtiendo para conformar integralmente la Unidad.

Los marcos y escenarios desaparecen, igual que las imágenes en la vuelta al origen primigenio y esencial y en la pulsación creadora, el retorno surge necesario desde la mansedumbre absoluta de la Inteligencia Cósmica, para repetir el ciclo y producir más expansión fuera de todo límite.

Dentro de las diferentes realidades, quienes las vivencian tienen certezas y acción. Las certezas no necesariamente surgen desde el razonamiento y la lógica, sino que provienen de una resolución al existir de una determinada manera, se hallan implícitas formando parte de un código y consecuentemente permiten una acción que involucra movimiento. El entrecruzamiento de esas certezas, la acción y el movimiento impulsan la existencia de una determinada manera.

Desde lo Uno, infinitos rayos proyectan y organizan existencias predeterminadas en un orden preestablecido. Las estrellas, planetas, lunas, cometas, asteroides y toda “cosa” situada en el espacio cumple un proyecto temporal y justamente por ser una proyección perfecta observa la ley establecida para el Cosmos. Esta determina el equilibrio que debe existir entre la trayectoria y la consecuencia siendo la causa por la cual todo movimiento debe conservar un sentido orbital predeterminado evitando colisiones y destrucción.

Desde lo Uno impera la total Sabiduría que acciona en todas las dimensiones, e involucra a todos los desprendimientos de inteligencia que circundan el Espacio Sideral. Es que la Suprema Inteligencia, proyecta Inteligencia en todos los niveles: inorgánicos, orgánicos y sutiles produciendo la interacción entre las múltiples existencias, con lo que se establece la causa y el efecto y de esta manera queda establecido el orden.

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En la inmensidad del Espacio un planeta minúsculo, la Tierra transita de manera exuberante en un derrotero cíclico dentro de un sistema Solar y en una determinada galaxia, convergiendo en su interior y en su superficie manifestaciones de vida con códigos de diversa índole.

Recibe el privilegio de innumerables proyecciones que se manifiestan en millones de existencias que convergen en tres etapas: surgir, permanecer y fenecer.

Desde la piedra hasta el hombre recorren las tres etapas indefectiblemente, inducidos por ese rayo que surge del Espíritu de la Inteligencia Creadora que asienta el enfoque espiritual formador de lo etérico en material. Allí surge la chispa animada de la vida en millones de facetas, palpitando en la frecuencia del espíritu a partir del interludio proveniente del prisma de las almas originales. Estas son los elementos focalizadores y catalizadores determinantes en el surgimiento de las existencias. De cada alma pueden direccionarse cientos de espíritus hacia diferentes lugares.

De esta manera se va conformando el holograma que surge de la Inteligencia Suprema y emite sus rayos dentro de su infinitud a través de las almas y el rayo espiritual.

Estas almas y espíritus estampan la forma y dan vida a estructuras aparentemente complejas, partiendo del átomo y de partículas aún mas pequeñas. Pero el átomo y toda su conformación y multiplicidad resulta extremadamente simple para la Inteligencia Creadora ya que se vale de lo etéreo para concebir las imágenes estructurales y hacerlas manifiesta.
El resultado es la ilusión de realidad de la vida en diversos planos, en donde cada especie cree en su realidad sin comprender otra. Se encuentran segmentadas exclusivamente dentro de su entorno, siendo el desafío poder saltar la valla y darse cuenta de las existencias de otras realidades y otros planos, para de esa forma entrar en el campo evolutivo y paulatinamente volver al origen.

El sentido de la Suprema Inteligencia en la Eternidad es la expansión y generar múltiples expresiones de realidades simultaneas, manifiestas en el psiquismo que impulsa la vida.

Esa Inteligencia Suprema Cósmica podría pensarse como una Súper – Mente en donde esta todo contenido en la más elevada perfección. Escapa a todo concepto racional, absolutamente incomprensible para el entendimiento humano por medio de la razón y la lógica.

Sólo se pueden tener atisbos evadiendo el intelectualismo e internándose en el espíritu que recrea los estadios intuitivos y de iluminación.

Consecuentemente en el escenario que se representa la vida en La Tierra, el argumento gira formando un círculo repetitivo, reiterando los hechos como consecuencia de la pasión, el interés, y el miedo que conforman una realidad particular, en la cual los actores representan su papel, de acuerdo al guión establecido que se llama: Destino.

Situaciones y vicisitudes provocan interacciones entre las diferentes emociones humanas, depositadas en la individualidad, generando sentimientos que se perciben como exclusivos y únicos si bien son comunes a la generalidad.

Pero esas sensaciones ya sean de alegría o dolor se expanden hacia otra realidad, siendo el alimento sustancial de existencias que han logrado sutilizarse.

Esa otra realidad pertenece a otro tiempo, paralelo al humano y esas existencias desarrollan un movimiento curvo y no repetitivo que evita la vuelta a su origen, como ocurre en la vida de la Tierra.

Dichas entidades están más allá del bien y del mal, transforman las emociones purificándolas y las incorporan habiendo eliminado las fuerzas contradictorias del sentimiento.

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Surcan el espacio, llegan a planetas y estrellas lejanos y se manifiestan como guías de un orden universal. Forman parte del mundo casi invisible que posibilita la formación de la materia.

En el interactuar pueden dividirse o ser una unidad y estar simultáneamente en diversos lugares.


El espíritu, esencia manifiesta y sutil inmersa en el espacio, proyecta su existencia creando formas en tercera dimensión, que surgen en los diferentes cuerpos estelares del Universo, recreando la vida y adquiriendo visos de realidad.

Se incorpora en diferentes cuerpos y estructuras facilitando la gestación, el comienzo y el detenimiento de la vida. El espíritu inicia un proceso de existencia que desencadena episodios circunstanciales en una aventura desarrollada en forma circular.

Al venir de lo trascendente y encarnar en materia se pierde la memoria para desarrollarse en lo aparentemente concreto. La percepción que antes era global y abarcativa se transforma en unicentral enfocando sólo el plano concreto.

En este pequeño y hermoso Planeta que gira alrededor del Sol, que a su vez se desplaza por la Galaxia arrastrándonos y que a su vez ésta se desplaza por el Universo, transporta espíritus caídos del cielo para recorrer ciclos de existencia que responden a su individualidad y particularidad.

Ya no percibe el todo, en este momento se halla circunscrito a su individualidad y actúa en función de un programa reiterado, proveniente de las condiciones y componentes establecidos por la Suprema Creación para funcionar en concepto de vida.

Las vivencias resultan de lo inmediato y el desarrollo de las emociones lo adhieren al pragmatismo recurrente. En la medida de su desarrollo el temperamento guiado por las emociones dibuja innumerables juicios valorativos, costumbres e ideas que remarcan el parecido con los semejantes.

Un denominador común como si fuera un libreto a interpretar enlaza las acciones, el pensamiento, los esquemas de cada uno de los millones de individuos.

Todos tienen alguna o varias tendencias similares, se puede escrutar la igualdad en varios puntos de las personalidades desarrolladas. Pero cada individuo se encierra en su propio círculo emocional y temperamental. Es como que el espíritu se ha perdido en el laberinto del plano concreto, entrando en el letargo que significa mirar por la rendija que produce
una visión lineal.


Todos creen en que los sucesos, sentimientos, pensamientos son propios y exclusivos y justamente han adquirido la corporalidad para apreciar y desarrollar la multiplicidad visionaria y descubrir el patrón común que los guía para volver a ser espíritu.

Y de esta manera contactar el alma de la cual se proviene.
El Universo se halla poblado de almas de las cuales emanan espíritus ligados a ellas.
Numerosos pueden ser los espíritus enlazados sutilmente surgiendo de una única alma.

Esta es el núcleo que llega directamente a la Suprema Inteligencia, formando parte sustancial de ella para adentrarse en los confines de la Eternidad y fundirse en Dios.

Desde este pequeñísimo planeta, en donde existen alrededor seis mil quinientos millones de personas en el inicio del siglo veintiuno, se intentan descorrer los velos del significado de la vida, elaborando teorías, creando corrientes filosóficas y religiones, acelerando procesos científicos.

Una aspiración titánica ante la grandiosidad del Universo y su atemporalidad. Osadía desde el fondo de la historia o revelaciones inspiradoras provenientes del Cosmos.
Si el hombre quiere saber tiene que mirar las estrellas y conectarse con su Espíritu, tener plena conciencia y armonizar su interior para despertar el vínculo entre su esencia y la Conciencia Cósmica

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