viernes, 30 de mayo de 2008

La arquitectura, un camino a recorrer

Para Teodoro González de León, ganador de la medalla de oro de la UIA, no son los edificios, sino la sociedad, la que le da su rostro característico a cada ciudad



A Teodoro González de León la única obra que le interesa es la actual, la que ha dejado atrás no le importa ni se siente ligado a ella. Para él la arquitectura es tránsito, y el trabajo de hoy es un paso para llegar al siguiente proyecto.

Arquitecto por profesión y caminante por vocación, sabe que la mejor manera de conocer una ciudad es a golpe de pie, como lo hizo con París o la ciudad de México de los años 40, como lo hace hoy al hablar de arquitectura y recorrer con el recuerdo lo mismo México que Italia, España o Japón.

Los logros alcanzados en su continuo andar han hecho a Teodoro González de León merecedor de la Medalla de Oro de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), distinción que, después del premio Pritzker, es quizá el reconocimiento arquitectónico más importante del mundo, siendo seleccionado por encima de figuras como João Figueras Lima, Ronald Stchwitzer, Álvaro Siza, Cesar Pelli, Zaha Hadid o Michelle de Luchi.


—Este reconocimiento se ha entregado sólo nueve veces y, con éste, México se suma dos de ese total, poniéndose a la par con Japón, ¿es tan importante la arquitectura que se hace en México?


—No sé, yo soy actor, no público. Desconozco la importancia que tenemos, sé que se hace buena arquitectura en México, pero medida internacionalmente... necesitaría salirme de mí para poder verlo.


—¿La arquitectura española de las últimas décadas ha sido extraordinaria, ¿por qué consideras que sólo ha obtenido esta distinción Rafael Moneo?


—La arquitectura española merece un apunte aparte por ser la de mejor a nivel medio de producción. En todos lados hay un palacio municipal, otro de congresos, una obra de arquitectura contemporánea de primera categoría que, sin ser sensacional, es buena pieza, casi a la japonesa. Tal vez Japón y España se podrían hermanar en eso. En el caso de Japón la calidad está insertada en la concepción, si no está bien hecho no sirve... en México sucede lo contrario, tenemos un serio problema con la calidad.


—En España hay amor por la construcción, son constructores, no contratistas...


—Tienen la famosa educación del aparejador, enseñan a construir, a ser maestros de obra. En México no es así. Se acabó aquello de las escuelas de oficios para maestros de obra que había cuando yo estudiaba. Nos ganó la carrera demográfica y no hubo tiempo para preparar a la población.


—Hay países donde sí hay preparación, como Italia, ¿cómo ve lo que se hace allá?


—Hablar de Italia hoy remite a Renzo Piano, es el rey del oficio. No usa los clichés normales del mercado, construye siempre en forma distinta. Además de ser muy serio, no grita en sus obras, no quiere estar presente de forma brutal, su presencia es moderada, hay que buscarlo, hay que verlo con cuidado, es simplemente soberbio.

—¿Cómo te sientes ahora en plena madurez?


—De lo que tengo plena conciencia es de lo que estoy haciendo ahora. De lo que hago hoy a lo que hice antes, necesitaría ser un crítico para saberlo. Siento que he hecho una carrera tratando de no copiar, de no repetir nada, y lo que me interesa hoy día son las obras que estoy diseñando y construyendo. Las otras están ahí, sentimentalmente no me siento ligado a ellas, lo único que me preocupa son mis obras actuales. No tengo la añoranza de mis viejos edificios.

*Arquitecto

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